A veces se sigue creyendo
que un suuuuuuuuper escote, una mini REmini o una pieza tan apretada que parece
un yeso, son sinónimos de sensualidad y coquetería. De COQUETA puede ser, y no precisamente en el
buen sentido, pero nada que ver con esa coquetería fina, sutil y que muestra
pero nunca tanto, de modo que la inteligencia funciona mucho más para dejar
todo a la imaginación, resultar muy muy muy femeninas y eternamente lindas.
Muchas veces, un
vestido de cortes simples puede resultar letal si es una prenda de
calidad. Aquellas piezas retro, de la
época de nuestras mamás en donde los trajes eran de cortes muy sencillos pero al
final resultaban tan coquetos y simpáticos que generaban suspiros. Esa ropa que hoy se reinventa y queda
atrapada en un “ay, qué bonito!!!”
Les traigo una imagen donde hay tres minivestidos. El principal es el de rayas amarillas y blancas hecho a base de lentejuelas (está increíble), en combinación con plataformas peep toes sin talón y en color blanco. El otro vestido es el de estampados naranja, con tacones nude y elástico en la cintura y el tercero, encantador, es el de rayas y mangas de la chica de atrás que camina regia con un moño divino y unas sandalias negras.
Los tres muestran la figura y las piernas (cosa que a la mayoría nos encanta, sobre todo si somos latinas), sin ponerla servida en una bandeja gracias a escotes exagerados o largos del tamaño de la palma de una mano. Los escotes y lo mini son detalles bellos y divertidos, pero en exceso son un bodrio. Lo mejor de esta imagen son los colores y combinar lo mini con taconazos. Ah!!! Y la mezcla del vestido en tonos amarillos con un clutch rosado me parece genial!
Besitos,
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