Orgullosa
Una vez leí que un
director de arte, hablando de moda, sólo puede existir en aquel que conoce
mucho sobre diversos temas, o lo intenta constantemente; en alguien que observa
atentamente, que investiga e imagina a cada segundo. El arte me parece la máxima expresión para
inspirar a alguien y la historia de amor entre Odette y Sigfrido, al ser una de
las piezas más hermosas que tiene el ballet, es la razón perfecta para ilustrar
en la imaginación por horas. Esta semana
Perú está de fiesta y el orgullo que sentí anoche al escuchar a nuestra
magnífica Orquesta Sinfónica Nacional es inmenso. ¡BRAVO!
Con un fin de
semana medio revuelto entre un taller de fotografía, almuerzo sabatino de esos
explosivos, largos y muy divertidos; salidita extra en la noche y despertar de
domingo con dolor de cabeza malo malo y muy malo…esperaba feliz que llegara la tarde para ver la puesta de nuestro
Ballet Nacional de “El Lago de los Cisnes”.
Con una versión neoclásica que rompe los esquemas visuales de aquellos
que estamos acostumbrados, y que amamos, a las versiones clásicas de la danza.
Para variar, hacía
un frío mortal de esos bravucones que ya pues NI MODO. Así es que opté por un
minivestido de lana de color hueso, pantis marrones, booties marrones también,
un abrigo oversize rojo (bien a lo Caperucita…pero sin la caperuza), un top blanco de manga larga para armar capas y como
accesorios una pashmina imitación piel (SOLO IMITACIÓN JAMÁS ORIGINAL), una correa
negra y ya. Abrigadaza qué rico!
EL
LAGO DE LOS CISNES
Un vestuario
colorido y arriesgado. Me parecía
increíble que un bailarín pueda moverse de tal forma utilizando un blazer y
pantalón de vestir por favor!!! Me
encantó ver cada escena y ya que la moda es un tema al que regreso de día,
tarde y noche observar cada look era algo imperdible. La escena de la gran fiesta en palacio, una
de mis favoritas, con las pelucas de las bailarinas de los años 20, el cabello
muy cortito y tan sólo un adorno al lado hiperfemenino. Los vestidos de fiesta nocturna…encontré uno
verde que era para decir QUIEROOO!!!! Porque era perfecto para ser usado en
cualquier evento fuera de un escenario, lo juro. Y la parte del tutú…los cisnes
con los trajecitos blancos lindos pero con una onda mucho más radical que traía
rasgos plateados. Sin dudas, la moda tiene esa magia que hace que las telas, si el autor
es bueno, termine transformada en una pieza con caídas ligeras y lindas..algo que observé en la obra.
El ballet es un
eterno transmisor de ilusiones y te permite penetrar en un universo en donde
todos parece vivir flotando, un espacio tan suave, sofisticado…un lienzo icónico
donde las claves para existir son pura belleza.
Y el estilo neoclásico era como un nuevo hábitat también para la
expresión del vestuario que estuvo a cargo de Azul Borenstein.
Necesito repetir
que la Orquesta Sinfónica Nacional, dirigida por la varita mágica de Fernando Valcárcel Pollard,
estuvo increíblemente maravillosa.
Espectacular chic@s!!! ES PEC TA CU LAR.
No sé si solo a mi me pasa pero juro que me estremecía a cada instante,
fue el punto vital de la noche.
Definitivamente, es distinto ver una obra con una orquesta en vivo y al
escuchar a una nuestra, una que tiene el sello peruano por todas partes, solo piensas “qué orgullosa me siento de ser peruana”.
Cosas como éstas hacen que una sienta el honor de identificarse cada vez
más. Simplemente impactante, tanto así
que fue el único momento al final de la obra en que TODO el teatro se puso de
pie para aplaudir. ¡¡¡Bravísimoooo!!!!
Ahora entiendo, más
de una vez he leído que grandes diseñadores se inspiran en la música clásica y
el ballet al momento de crear, de ahí tanta sirena maravillosa en las pasarelas
(tomando en cuenta que lo más bello y el centro de atención es la ropa). Sé que puede inspirarte esto o una roca de la
playa, una orquesta fascinante de violines o “Human” de The Killers, pero sea lo que sea la
experiencia de escuchar a esta banda ha sido genial. ADEMÁS, este grupo estuvo
acompañado, casi toda la obra, por una guitarra eléctrica en el escenario…Sí,
así tal cual.
Ariam León, el protagonista, estuvo fascinante. Debo confesar que
generalmente son las bailarinas las que generan que uno esté pendiente porque
siempre resultan tan delicadas que parecen muñecas de cristal, literalmente,
pero uno no puede perderse la actuación de chicos increíbles como este cubano
que con movimientos precisos te generaba una atracción de imán por todos los
sentidos.
Insisto con el
vestuario: súper atractivo, dinámico y colorido. Además, algo que me pareció
genial fue percibir a bailarinas de aspectos saludables, para nada
excesivamente delgadas, como a veces
ocurre.
Aún me falta saber
cómo hacen algunas compañías de fuera para que sus bailarines estén
perfectamente sincronizados, debe ser complicadísimo hacerlo en grupo, por más
que cada uno sea muy bueno individualmente.
Creo que esa ausencia sería la única objeción, y es algo que sucedió
sólo en algunos momentos.
Una puesta que vale
la pena ir a ver, está buenísima y va hasta mañana martes 23. El teatro regiooooo, moderno y
sofisticado…colocándonos a niveles de afuera.
¡No se lo pierdan!!!!!!!!!
Besitos,
Lucy.
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