Antojo
de verano
¿Por qué a veces tenemos prendas en el ropero que
JAMÁS usamos? Aunque nos encanten,
sepamos que nos quedan bien y las hayamos comprado con muchísimas ganas. Me consta que más de una, y uno, alguna vez
ha dicho “¡Te juro que no sé cómo usarla! O ¡Tengo esto pero jamás me lo he
puesto!”
¿No tiene mucho sentido no? Pero pasa.
Es como un pecado culposo. Sabes que no lo debes hacer PERO LO
HACES. Como el postre que no te debes
comer pero repites ración y después con el rastro del azúcar en la boca
delatándote…te arrepientes, como el chico (o grande) con el que no debes salir
pero de pronto el dating ya lleva
diez citas y tienes un estribillo cerebral que dice “¡Pero él no es ah! Solo estamos
saliendo a ver qué pasa… ¡YA!, como los zapatos bonitos por fuera pero que te
destruyen y te hacen sentir fatal cada vez que los utilizas pero que igual te
los pones para verte bien…En este
caso, se trata de la prenda que sí debes usar y jamás lo haces porque no sabes
cómo o simplemente compras y compras y luego olvidas lo que tienes.
Quieres, puedes, debes…Y no lo haces… ¿ ¿ ¿???
En mi caso fue un “hoy te toca” y saqué el vestido
que ya estaba más apretado que vivo entre varias prendas más. Tenía ganas de esta pieza que es un vestido
globo que tiene su clon en otro negro, uno que usé alguna vez en otra edición
del Lifweek, si quieren ver el post
entren AQUÍ.
Llegué con el cabello suelto y me fui con una
cola. Ok. Por algún lado tenía que
llegar la inestabilidad momentánea jaja.