Por
Lucy Quintanilla
El Teatro Municipal de Lima, el más lindo y majestuoso que tiene Perú presentaba “El Musical 2015: Broadway, color y cajón” la misma noche en que el equipo nacional iba goleando, después de mucho, en la Copa América. Lleno total en las butacas, dos minutos para que se abra el telón, hombres y mujeres apurados anunciando que se van cerrando las puertas, gente que recién llega, luces imponentes en medio de altísimos techos y una arquitectura que te sumerge en épocas palaciegas. De pronto, un grito de “¡Gol!!!!!!!!!!!!!!” emitido por más de cien voces al mismo tiempo. En los últimos minutos Perú acaba de atinar una vez más la pelota en el arco contrario y el partido está cerrado. Era el anuncio perfecto y la antesala precisa para una noche de celebración en la que el sabor, color y sonidos peruanos se concretarían a través de la música, de un cuerpo de baile que rezumaba vida y un público que no podía esperar más.
El teatro tiene el privilegio de envolverte en
sus historias, de contagiarte la risa del hombre de al lado, de sumergirte en
la preocupación de la mujer alojada en frente tuyo…allá arriba en el escenario,
de infiltrarte en los apuros, enojos o
emociones ilimitadas de los múltiples cuerpos que desfilan alrededor tuyo, esos
que son parte del elenco, en este caso de uno imparable y con la energía de un
batallón de mil niños una tarde de verano en la playa. Una vez que sube el telón se abre un universo
paralelo para los que estamos ubicados al otro lado de esa frontera casi mágica.
Sin embargo ¿qué ocurre cuando los ecos de esa
historia resultan una suerte de película en 3D que se despliega a lo largo de
todo el espacio, cuando sus sonidos invaden placenteramente tus sentidos y la
explosión de color y luces te moviliza a lo largo y ancho de los cuatro puntos
cardinales que dirigen el radar en ese momento?
El Musical 2015 es el sello final de la ardua búsqueda
por fusionar los increíbles sonidos peruanos con aquellos que por años han
marcado la pauta de los mejores musicales de Broadway, esos que siempre resultan
una delicia para los oídos y que en esta ocasión sedujeron, una vez más, a
todos.
La historia concreta la preocupación de un
equipo por producir un musical original y que al mismo tiempo no pierda las
raíces de los grandes clásicos, uno que tenga personalidad propia y que encante
a todos, que sea impresionante, que pueda aterrizar y no se quede tan solo en
el imaginario. ¿Qué obra podría alcanzar
un nivel tal alto y ser algo nunca antes visto?
O es que al final siempre es mejor quedarse en la zona segura y
mostrarle al resto aquello que ya conoce y espera una y otra vez…
La preocupación, e incluso desesperación, de la
productora, directora y el elenco en general por lograr algo sensacional se vierte a través de pasos
de danza y notas musicales. Una
narración que nos cuenta los miedos, las etapas, los procesos de espera, la
toma de consciencia de los problemas económicos, las mil consultas tocando
puertas, la inseguridad por un posible fracaso, las ganas de tirarlo todo al
tacho porque el proyecto es un gigante,
las sacudidas de cabeza para reaccionar y darse cuenta que vale la pena
seguir, que nada es fácil aunque ya esto suene a frase trillada, las travesuras
en el camino y la complicidad con los miembros del equipo en la búsqueda por
alcanzar el sueño y volverlo realidad.
Todo gira y gira hasta que, por fin, llega la noticia y las palabras de
la productora a su equipo “Les encanta ¡quieren fusión, quieren apuntar por
nuestro musical y están felices por ver más de lo nuestro!”. Así empieza esta historia musical que
se basa en la fusión de ritmos reveladores que tiene Perú.
La pieza musical inicial que relata la búsqueda
por encontrar la idea central es de las mejores de la obra, un diálogo bien articulado
con un mensaje claro que permite establecer un paralelo con la vida misma y
todas las vallas que hay que saltar para poder alcanzar la meta.
No hay espacios vacíos, se mantiene el ritmo
constante y el hilo conductor permite seguir la obra con facilidad. Broadway es, qué duda cabe, el ideal máximo
de cualquier actor, director, productor, bailarín o talento que quiera llegar a
la cima en este rubro y en tal sentido
Denisse Dibós, y su gran equipo de trabajo, han perseguido un proyecto
ambicioso y han logrado instaurar una analogía concreta con obras clásicas como
Cabaret, El Hombre de la Mancha, Evita, Amor sin Barreras o Jesucristo Superstar. La amalgama de estos clásicos, sus herramientas
y características con los ritmos afroperuanos y un grupo de artistas que llevan
el ritmo latino en la sangre ha generado la ovación total.
Probablemente el camino que queda hacia el gran maestro norteamericano sea extenso y aún nos falte un buen tramo por recorrer, pero los resultados confirman que esto va más allá de las intenciones y que el riesgo ha madurado sus frutos con éxito. Tomando en cuenta que el público limeño aún está descubriendo el consumo de arte y cultura en general es genial que obras como éstas se luzcan en la ciudad y permitan conocer más acerca de diversos temas, especialmente que no sean solo una “nueva versión” de un original, que de por sí ya es meritorio, sino que apuesten por correr riesgos y utilicen recursos de nuestra propia cultura con tanto orgullo y esfuerzo.
Probablemente el camino que queda hacia el gran maestro norteamericano sea extenso y aún nos falte un buen tramo por recorrer, pero los resultados confirman que esto va más allá de las intenciones y que el riesgo ha madurado sus frutos con éxito. Tomando en cuenta que el público limeño aún está descubriendo el consumo de arte y cultura en general es genial que obras como éstas se luzcan en la ciudad y permitan conocer más acerca de diversos temas, especialmente que no sean solo una “nueva versión” de un original, que de por sí ya es meritorio, sino que apuesten por correr riesgos y utilicen recursos de nuestra propia cultura con tanto orgullo y esfuerzo.
Preludio ha intentado reunir protagonistas muy
distintos entre sí y eso ha enriquecido aún más el efecto hipnotizante que por momentos tiene la obra. Las coreografías, en su mayoría, están
sincronizadas en su totalidad, el cuerpo
de baile que llega mucho más allá de la práctica y rompe con lo mínimo esperado
dominando cada movimiento y sumándole a esto el despliegue actoral.
A veces olvidamos que lo nuestro deja huella y es estupendo que esas raíces sean plasmadas con tanta voluntad en un
escenario, demostrando que pueden mantener un perfecto equilibrio con los
rasgos más sofisticados de esta vertiente artística. Los sonidos emitidos por las palmas golpeando
el cajón, los pasos clásicos de la danza afroperuana, los cabellos sacudidos al
viento, las caderas viviendo al máximo ritmos latinos, los brazos siempre
levantados o al compás de las olas que forman un viento que solo trae noticias
de que todo valió la pena.
La clave del éxito de este musical está en que
ha logrado por completo identificar a su público. Uno orgulloso de los sonidos
tan propios y que lo ha demostrado aplaudiendo a más no poder. Ritmos en
extremo contagiantes, cuerpos bailando desde sus asientos, gritos que vitorean
a los bailarines y palmas que le hacen el coro a lo que, de por sí, parece no
necesitar más.
Es un éxito de taquilla, de eso no hay
dudas. El talento aunado al entusiasmo y
la pasión de los integrantes de Preludio es evidente, incluso ante el
recordatorio de que siempre hay elementos por perfeccionar. Decir que ha sido un éxito aquí es
absolutamente cierto; que sería un triunfo afuera: probablemente con la
sencillez necesaria para seguir afinando los procesos de creación; que no tiene nada que
envidiarle al gran monstruo neoyorkino
suena a soberbia pura y mentira innecesaria; que la obra es un mérito del que
nos tenemos que sentir orgullosos: ¡Claro que sí!
Una experiencia nueva que ha superado las
respuestas esperadas. “Combinar jazz con
nuestra música afroperuana a través del cajón” diría Denisse Dibós en algún
momento dando, una vez más, en el clavo. Fuera las diferencias de todo tipo,
esta es la última exposición del arte peruano que ha reunido representantes de
todas las razas, estratos socioeconómicos, edades y otras diferencias sin
sentido. La combinación perfecta del éxito asegurado.
Este musical constituía una cita impostergable para mí, además de que tenía muchas ganas de verlo sabía que escribiría sobre la puesta en escena.
A pesar de estar siempre tan ocupada mis espacios para disfrutar de lo
que más me gusta y me interesa que es el arte, son prácticamente intocables. Preludio es una de nuestras principales
compañías musicales y sus espectáculos siempre tienen un nivel alto para el
establecido acá, uno que te recuerda los de afuera y te asegura que lo que verás será algo que vale la pena. No dejen de pasar por el post anexo, el
siguiente donde les cuento cómo me fui al teatro. El arte y la moda no se pueden desconectar,
son expresiones de nuestra cultura y personalidad, uno nutre al otro y permite
que nos identifiquemos y nos encontremos de manera más sencilla.
Aquí les dejo una foto de lo que viene en el
siguiente post!
Dirección: Jr. Ica 377, Cercado de Lima.
Créditos fotográficos de la obra: Facebook de PRELUDIO
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