La
Bayadera
Cuando algo te gusta mucho y puedes disfrutarlo,
el tiempo parece ir más lento o incluso, a veces, detenerse. Sea lo que sea.
A mí me pasa, por ejemplo, cuando escribo,
cuando estoy con gente a la que quiero mucho,
conversando o riéndome de principio a fin, cuando bailo y en sí cuando
hago algo que me encanta, incluyendo las cosas más simples del mundo. Uno de estos placeres es el ballet
clásico. Es genial saber que cada
temporada llegará una nueva obra y estaré
ahí con esa música maravillosa,
coreografías fascinantes y un conjunto bello en general…Eso es vida.
Esta vez el Ballet Municipal de Lima puso en
escena La Bayadera. Tal vez más de uno
ya la vio, para mí fue la segunda vez.
La primera me ocurrió hace años y me resultó una puesta bonita pero esta
segunda oportunidad simplemente ¡me encanto!!!
Saben que soy una art lover total, pero creo que además de escribir y leer, si
tuviera que elegir qué vertiente es mi favorita, sin duda alguna, elegiría el
ballet, respondería ya casi sin pensarlo.
Dicen que las influencias que tienes de niño permanecen contigo para
siempre y en este caso, eso es lo que me pasó y lo celebro siempre.
Hay algo de misterioso e íntimo desde que sube
el telón, pero sabes y esperas que suceda de una vez para que inicie una nueva
historia de amor narrada a través de la danza de la forma más delicada, dulce y
sofisticada que te puedas imaginar. No hay necesidad de palabras, la música es la gran guía y el cuerpo de los bailarines que rompe cualquier barrera del lenguaje.
Es la música, son los pasos inimaginables, es la
iluminación, el escenario y la buena actuación de un reparto nacional, además de
una primera bailarina que lo hizo estupendo: Grace Cobián que dejó impactado a
más de uno encantado con cada paso que daba.
Aplauso tras aplauso y ¡qué gusto darlos muy fuerte! Me remití por completo a la bailarina de la
caja musical…Cuadro tras cuadro y la imagen era la misma.
Siempre es una experiencia genial asistir, pero
a veces la dirección, producción y los bailarines son tan buenos que el
resultado final logra magia pura. Y es
que el ballet clásico tiene mucho de eso: de belleza, de perfección, de luz, de
ensueño, de cuento de hadas…de extraordinario.
Y formar parte de aquello dese el otro lado del escenario, te añade por
más de unos segundos al retrato ideal.
Esta vez, sin embargo, hubo algo que terminó de
sellar el encanto, al menos para esta visión femenina, y fue el vestuario y la
variedad de cambios entre escenas: simplemente precioso, colorido, entre
bordados con reminiscencias de brillo, lujo y esa eterna delicadeza en los
materiales que parecen flotar y que capturas desde tu asiento, a unos cuantos
metros del escenario y todo se hace más y más real, aunque parezca que cruzando
la línea hay una burbuja aparte. Finalmente
todo es uno.
El Teatro Municipal está precioso, vayan, porque
cuando las luces se apagan lo sigues viendo alrededor de las tablas que jamás
se oscurecen. Cada rincón es lindo y
siempre descubres algo nuevo.
Ver esta obra me hizo recordar que gracias a
este género muchos otros artistas se
inspiran y crean piezas maravillosas.
Junto con el vestuario de la ópera, el ballet es la gran inspiración
para muchos diseñadores a nivel mundial temporada tras temporada. Las novias siempre tienen algo de princesa
ballerina, la ropa de las niñas, los
outfits musicales.
Así, entre tiaras, tules y tutús la obra
terminó, aunque uno quisiera que dure mucho más tiempo. La próxima temporada llega La Bella Durmiente
y conociéndome creo que al menos iré un par de veces. Es en extremo lindo! Alisten fechas y que no se les pase. Julio llega cargado de citas imperdibles con
el arte y este es un SÍ o SÍ en el calendario.
¡Ah! Jaja ¿Mi outfit? Black&White en un mix de estampados que
me gustó porque mantenían el mismo tono y me hacía sentir comodísima y contenta
con la imagen en el espejo. J
¡Un beso!!!
Lucy.
Preciosa!!! Yo no fui esta vez pero deberían haber más temporadas en Lima. Lindo post. Ceci
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