Sí…¡Vengan
a mí!!!
¿Qué poder extraño, edulcorante, placentero y
adictivo tienen los zapatos? ¿Por qué
las mujeres estamos tan conectadas casi a niveles que nos hacen sucumbir ante
sus encantos?
La batalla está completamente perdida. Un par jamás será suficiente, dos tampoco,
tres ¿es una broma?, cuatro sigue siendo inútil, cinco te hace bostezar, seis,
siete, ocho, nueve……….En este caso: EL CIELO “NO” ES EL LÍMITE.
Encajo, a la perfección, en ese grupo
interminable de mujeres que pecan, y disfrutan haciéndolo, comprando zapatos
una y otra vez. Probando éste, ése, aquél y el de por allá también. Buscando y rebuscando hasta encontrar el “par
perfecto”. Par que renace una y otra vez.
Sin descanso, sin culpa, sin cansancio.
No hay estilo que se le resista. La variedad te produce incontables pares. Ningún lugar u hora se salvan. Una puede cambiar de zapatos todo el tiempo y sonreir mucho más.
Altos, muy altos o bajos muy bajos…Todos pueden resultar pura belleza.
Los que te hacen sentir la mujer maravilla, los que parecen hechos de azúcar por lo extra dulces que lucen, los que te besan LITERALMENTE porque tienen un par de labios tatuados en su punta, los que también tienen corazón, los que bailan con notas musicales, los sensuales a gritos, los recatados, los “ni muy altos ni muy chatos”, los de alfombra roja, los divertidos, los serios, los rockeros, los rebeldes, los desnudos, los pudorosos y también los escandalosos. Los que te abrigan, los que quieren que les dé el sol, los que compiten con las estrellas por lo brillantes que son, los de guerrera, los de princesa, los de superstar, los de hada madrina y los de Gatúbela también.
Amamos los kilométricos tacones pero la
temporada, en serio, nos bendice con los tacones bajos o a niveles cero. ¡Gracias!!!
Aún así, la locura por quererlos todos es imposible
de controlar. Son nuestros mejores amigos de
vez en cuando, nuestros cómplices a cada instante, nuestro soporte, nuestro
reflejo, el sello de la personalidad o del estado de ánimo que en ese momento
tengamos. Así son nuestros zapatos. J
¿Qué pacto extraño tienen los tacones con quién
o con qué de modo que nos hacen sentir tan pero tan poderosas, sacar el pecho,
meter la cola y caminar como si de Maria Antonieta se tratara??? ¿Qué fabulosidad poseen todos los modelos de
flats que nos dan ese descanso rico pero sin perder ni una gota de glamour Esas ballerinas divertidas, amigables,
eternamente cómodas y aún así con el efecto mágico que sólo los zapatos bonitos
nos dan?
Aún recuerdo a
Emma Thompson subir al escenario recoger un premio durante los Golden Globes, con un par de Christian Loboutin en la
mano y decirle al público, señalando la clásica suela: “¿Ven este color? ES MI SANGRE”…Pero…¿Los dejó de usar? Pues simplemente NO.
Los tacones duelen más que de vez en cuando, es
verdad. Que no estoy diciendo que se
sienten encima de lo correcto...y contra la salud vayan POR TODO.
Simplemente que, siendo realistas, sería
mentir descaradamente el decir que nunca más los volveremos a utilizar. Todo con medida, eso sí. Pero dejarlos…mmm no ¿O sí?
Esta temporada las alternativas no se
detienen. Las opciones juguetonas
coloridas, estampadas y atrevidas se mezclan con el lado más clásico de la moda
que, también, se apodera nuestros pies.
No hay profesión, edad, momento ni lugar que
genere exclusividad para el uso de tal o cual tipo de zapato. Ni para tal o cual
mujer. TODOS ESTÁN HECHOS PARA
TODAS. La felicidad no se restringe sino que se comparte. ;)
Estoy segura que disfrutan, tanto como yo, de
coleccionarlos. Y tal vez, también como yo,
seguro repiten algún par favorito. Una
y otra vez…una y otra vez.
¡Un
beso para todos!
Días
deli para ir de shopping :P
¡Muah!
Lucy.
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